En este artículo nos centramos en la visita a los campos de Auschwitz, así como en las impresiones y sensaciones que se experimentan en las 4 horas que dura la visita. Si tienes alguna duda sobre cómo llegar, precio de la excursión, recomendaciones, etc. accede a nuestro artículo “Todo lo que necesitas saber para visitar Auschwitz” en el que explicamos la logística para conocer este increíble lugar. La visita en sí, una vez llegas, consta de dos partes ya que se recorren dos campos: Auschwit I y Auschwitz II – Birkenau.
CONTENIDO DEL ARTÍCULO
El campo de trabajo Auschwitz I
Auschwitz I es el campo de concentración original, construido en 1940 para albergar a los prisioneros políticos polacos que ya no tenían cabida en las cárceles. Posteriormente fueron llegando gitanos, judíos, homosexuales, intelectuales…
Durante la visita impacta ver la muestra de pertenencias de las personas que pasaron por allí, en su gran mayoría judíos. Como por ejemplo, sus maletas, cada una de ellas marcadas con el nombre de la familia ya que los nazis les hacían creer, o al menos lo intentaban, que se les devolverían sus enseres al finalizar el viaje, para poder así comenzar una nueva vida, más prospera y esperanzadora. Gafas, ollas, utensilios personales, zapatos… es difícil que no se te corte la respiración cuando ves los cientos y cientos de zapatos de niños.
Dentro del campo hay una sala en particular que te remueve por dentro más aún, en la cual no está permitido realizar fotos. Se encuentra repleta de pelo humano, en su mayor parte de mujer. Rasuraban a los prisioneros para la fabricación de material textil, antes de ser asesinados.
En Auschwitz I visitarás el bloque 11, denominado de la muerte. En él caminarás por sus sótanos (aunque demasiado rápido ya que hay bastantes visitas y hay que dejar paso a la siguiente excursión; una pena, el lugar requiere más tiempo). Aquí se aplicaban terroríficas torturas, como tener a 4 presos en celdas de menos de 1 metro cuadrado durante días sin poder sentarse, ni comer, ni moverse. También pasaban previamente los que posteriormente serían fusilados en el Muro de la Muerte, el cual se encontraba forrado con caucho para minorar el ruido de las balas.
Otro dato del bloque 11 es que fue pionero en las primeras pruebas realizadas con el gas letal Zyklon B, las cuales desgraciadamente fueron satisfactorias para los nazis, lo que conllevó la creación de las cámaras de gas y crematorios permitiendo la construcción de la maquinaria de muerte industrializada. Llevaban tiempo experimentando con una solución a su problema que consistía en exterminar a los judíos: en Polonia y Bielorrusia, por ejemplo, los Eisantzgruppen (una especie de comandos de ejecución) fusilaban a las víctimas, mientras que a la par se experimentaba con asfixia por los gases de escape de un camión, aunque métodos como este último resultaron ser lentos y muy sucios… hasta que llegó el Zyklon B.
La cámara de gas, de Auschwitz I, es sin duda otro momento de la visita muy escalofriante. Se encuentra en buen estado, y se puede visitar su interior. Lo que lo hace aún más estremecedor, es ver en sus paredes los arañazos agonizantes de los allí asesinados, lo que te hace sentir, aunque sea de una manera ínfima, el sufrimiento y padecimiento que tuvieron que soportar hasta que el Zyklon B hacía su efecto. Realmente sobrecogedor.
Tras el paso desolador por la cámara de gas llegas directamente a los hornos crematorios, siendo los únicos que permanecen en pie tras la guerra.
Esta primera parte de la visita dura aproximadamente hora y media. Tras un descanso de un cuarto de hora, te desplazan durante 5 minutos en autobús para llegar a la segunda parte de la excursión.
El campo de exterminio Auschwitz – Birkenau
Construido en 1941 en Birkenau, a unos 3 km de Auschwitz I, con el fin de llevar a cabo la “Solución Final”: el plan de la Alemania nazi para exterminar a los judíos.
Al llegar a Auschwitz – Birkenau te encuentras la vía de tren que conduce directamente al interior del campo. Allí llegaban los vagones de madera, originariamente construidos para transportar ganado, cargados hasta los topes.
Los prisioneros viajaban hacinados, sin comida ni bebida, entre orina y heces, e incluso tenían que convivir con los cadáveres de los que no aguantaban el trayecto. El convoy tenía su parada dentro del mismo campo, con esto evitaban largas caminatas de prisioneros hasta los campos de exterminio, por lo que los asesinatos se producían de manera más rápida. Durante la visita el guía te narra las historias sin tapujos y cómo fueron aquellos años para los prisioneros.
Las víctimas como ya os comentamos, eran engañadas por los nazis hasta llegar al campo. Antes de emprender el desplazamento a Auschwitz se les indicaba que debían viajar con sus enseres más valiosos para que no opusieran resistencia. Con esto, los nazis conseguían que emprendieran el trayecto de una manera pacífica, pero todo este paraíso idílico se desmoronaba nada más llegaban al campo, tras un interminable viaje agotador y en pésimas condiciones. Su futuro se dividía en dos. Los aptos trabajarían prácticamente hasta la muerte y vivirían hacinados en barracones, en condiciones infrahumanas y degradantes. Los no aptos para trabajar eran directamente aniquilados.
Este campo, se diferencia de los demás, en que su fin era directamente el de asesinar a la mayoría de los prisioneros, siendo muchos de ellos enviados al llegar a las cámaras de gas. El campo de exterminio, contaba con 4 cámaras de gas y cuatro hornos crematorios con capacidad cada uno para 2500 personas, más modernos que los de Auswich I. Tanto de las cámaras como los hornos solo quedan restos ya que los nazis intentaron destruirlos antes de abandonar el lugar e intentar ocultar los hechos, al igual que hicieron en otros lugares como Treblinka.
Hombres, mujeres y niños eran guiados juntos a las cámaras de gas. Eran obligados a desnudarse. Después de días o semanas (los convoyes militares tenían prioridad sobre todos los demás) en los vagones de la muerte, uno puede imaginar como estas personas estaban anuladas como ser humano, tu peor pesadilla hecha realidad. Se les engañaba con una ducha de agua caliente para que no formasen revuelo. Una vez cerradas las puertas, en 20 minutos estaban todos muertos. Normalmente, los primeros en fallecer eran los enfermos o más débiles, los cadáveres se iban acumulando unos encima de otros y aquellos que perecían en último lugar, iban escalando sobre los muertos, intentando aferrarse a la vida, llegando a rozar el techo con sus manos y arañar el mismo, buscando una salida inexistente.
Los Sonderkommandos (unidades de trabajo formadas por prisioneros, pero que su destino también era la muerte) trasladaban después los cuerpos a los hornos crematorios. Previamente arrancaban sus últimas pertenencias de valor a las víctimas como dientes de oro, e incluso hurgaban en sus orificios en busca de pequeños tesoros como joyas.
Un problema con el que se encontraron los nazis fue qué hacer con las cenizas: se arrojaron a pozos, se abonaron campos, se drenaron pantanos, también se vertieron a ríos y estanques, como en el denominado Estanque de las Cenizas donde yacen cenizas de miles de personas. Al principio no se utilizaban hornos crematorios en todos los campos de exterminio. Así, en otra fábrica de muerte como fue Treblinka (unos 800.000 muertos en sólo 13 meses), ante el avance soviético las SS quisieron ocultar la evidencia e hicieron desenterrar todos los cuerpos para quemarlos a toda prisa antes de que los aliados llegaran al campo. El escritor Vasili Grossman fue uno de los primeros en llegar a Treblinka como corresponsal de guerra y relatar al mundo los horrores del Holocausto. Al llegar describió la zona como una especie de espeluznante mar de cenizas, algo que los nazis fueron incapaces de ocultar…
En Auschwitz los prisioneros “afortunados”, los seleccionados para no morir en ese momento, eran empleados en trabajos con jornadas interminables o bien para realizar experimentos científicos. Es bien conocida la labor llevado a cabo por el doctor Menguele en Auschwitz, conocido como el “Ángel de la Muerte”. Entre otras barbaries destaca su obsesión por el estudio de los gemelos y mellizos, sometiéndolos a inimaginables torturas. Llegó a tener un barracón sólo para ellos. Consideraba que si lograba la fórmula mágica para concebir gemelos, las mujeres arias darían a luz a gemelos rubios de ojos azules asegurando así la raza. Por otro lado, su obsesión con la raza “pura” le sirvió de excusa para cometer auténticas atrocidades, como experimentar con el cambio del color de ojos (para que fueran azules) de las personas inyectando sustancias tóxicas, derivando en cegueras.
En la visita te explican como sucedía todo. Llegas a recrear lejanamente la situación, las vejaciones, la explotación, el hacinamiento, el maltrato físico y psicológico. Una muestra de ello son las letrinas; en ese barracón puedes llegar a entender como denigraban totalmente al prisionero. Sin ninguna intimidad, ningún momento para sentirse persona, eran tratados peor que animales. Ir al “baño” fuera de los momentos permitidos podía ser motivo de fusilamiento.
Esta segunda parte de la visita dura aproximadamente 80 minutos. Estamos hablando de un lugar que cala hondo, no te dejará indiferente y seguramente te estremezca. Por si todo lo descrito fuera poco, mientras estábamos fuera del barracón de las letrinas recibiendo una explicación, se puso a nevar levemente. Hacía bastante frío, imagínate aquellos pobres condenados ataviados con un simple pijama a rayas, soportando semejantes temperaturas extremas. Realmente tuvieron que ser personas muy fuertes los pocos que lograron sobrevivir a este matadero.
Conclusiones
Si estás planteándote hacer una visita a Auschwitz no lo dudes. Esto siempre es subjetivo, pero en mi opinión solo visitar los campos merece ya el viaje hasta allí. Disfruta además de Polonia que es un país increíble.
La excursión en términos generales es correcta, pero si quieres profundizar más a fondo y eres un apasionado de la historia dispuesto a pagar más dinero, recomendaría que busques una visita más personalizada, el lugar lo merece.
Con este tipo de visitas “en masa”, vas un poco a la carrera. Cuando el grupo que tienes delante echa a andar, tú ocupas su situación y el guía se para y explica el punto donde estás. Según termina, ya comienzas a caminar para que el grupo que viene por detrás tome ese mismo lugar para dar la explicación. Si te detienes a realizar fotografías o ver las cosas con tranquilidad perderás a tu grupo, cosa que nos pasó varias veces. Por el auricular sigues escuchando a tu guía, pero en muchos momentos la excursión transcurre por pasillos no muy amplios, y tener que adelantar a otros grupos para alcanzar el tuyo no es cómodo. Pero lo que hay que destacar, es que aunque hay demasiada gente, no se escucha apenas ruido. Se palpa un sentimiento de respeto.
Echamos un poco en falta los detalles. Las explicaciones fueron correctas, pero si no realizabas preguntas no profundizaba demasiado, ni contaba anécdotas, que suelen ser muy interesantes y permiten entender mejor el lugar y la tragedia que allí se vivió. Es lo que hay, una buena opción, aunque puede mejorar si coges un un guía privado (y todo depende del guía, claro).
2 comentarios
Destino pendiente para un dentro de muy muy poco tiempo. No quiero leer mucho porque prefiero verlo todo allí, sin saber al 100×100 lo q me espera. Creo que lo viviré más.
Sois unos craks!!!!
Un saludo.
Diego
Gracias Diego!! Saludos.