Acogedor bar en Sebúlcor, al lado de Cantalejo, en la provincia de Segovia. Perfecto lugar para retomar fuerzas con una deliciosa comida a muy buen precio.
Es un sitio sin pretensiones pero impecable, nos encantan esos bares de pueblo en los que te hacen sentir como en casa. Según entras a Olegario´s Tabernen accedes al bar, y al fondo por una puerta pasas al comedor. En nuestro caso, allí nos recibió muy afable un tipo majísimo: Olegario, el dueño de la taberna, genio y figura.
Nos acomodó en una mesa, cerquita de la lumbre, lo cual se agradeció ya que hacia fresquito. Nos explicó sus especialidades y los platos que tenían fuera de carta ese día. Y se fue a por las bebidas mientras nos dejó tiempo para pensar tranquilamente qué nos apetecía cenar.
Tiene una carta muy completa, hay un poco de todo: arroces, pastas, hamburguesas, pizzas y platos más tradicionales de la zona, que fue por los que nosotros nos decantamos. Si quieres Olegario te recomendará que comer; con nosotros acertó totalmente con una parrillada de verduras, carrilleras y un chuletón.
Veníamos con hambre después de 5 horas de viaje y una visita de varias horas a las Hoces del río Duratón, un paisaje espectacular de hermosos meandros que forma el río Duratón con acantilados de hasta 70 metros de altura. Recomendamos totalmente visitar esta zona, más info en nuestro artículo de las Hoces del Duratón.
Olegario se fue con nuestra comanda hacia la cocina y acto seguido volvió con una especie de bandeja con varios chuletones, para que pudiésemos ver el género (lo cual se agradece). Todos tenían una pinta espectacular y es que apetecía hincarles el diente así en crudo. Escogimos el que más nos entró por el ojo, aunque insistimos en que todos eran de 10. En el pueblo nos contaron que Olegario cría su propio ganado, y que lo hace con mucho mimo.
Mientras esperábamos por nuestra comida, echamos un ojo a las mesas cercanas y la verdad que la comida que en ellas había tenía una pinta espectacular y por las caras de los comensales no dudamos que el sabor era igual o mejor. Así que ya empezábamos a salivar, por lo que no pudimos resistirnos a comer un poco de pan con aceite, que estaba de pecado.
Enseguida nos trajeron nuestra comida. Habíamos pedido todo para compartir así que primero llegó la parrillada de verduras. Pensaréis, que a una parrillada de verduras tampoco se le puede pedir mucho. ¡ERROR! Después de comer esta, tenemos claro que no todas las parrilladas son iguales, todas las verduras estaban en su punto exacto y tenían un sabor intenso y delicioso. Hubiéramos comido otras 3 parrilladas más de verduras, estaba espectacular.
Tras finalizar el primer plato, inmediatamente nos trajeron las carrilleras. Sublimes también, muy tiernas, no hacía falta masticar, se deshacían en la boca. No solemos pedir carrilleras en lugares que no conocemos, pero sin duda fue todo un acierto.
Y por último el señor chuletón, en su base de piedra para que no pierda el calor. Extraordinario, al punto, que es como nos gusta la carne. Sabroso y jugoso, perfecto. No pensar por la foto que el chuletón era pequeño, es que el pimiento era de libro Guinness.
Se nota que las materias primas son de calidad. Olegario tiene allí cerquita reses propias que puedes ver y obviamente eso se nota en el resultado final.
Imposible poder comer postre, no teníamos hueco para más, una pena ya que no dudamos que seguro estaría rebueno. Para finalizar unos cafés y como colofón final unos chupitos por cuenta de Olegario. La cena fue Top: amabilidad, calidad y encima buen precio. Nada más se puede pedir.
Recomendamos reservar si sois un grupo o vais en épocas de mucho turismo.